Mi Dolor, Mi responsabilidad

Cuando una emoción dolorosa se despierta
solemos tener una de estas dos actitudes:

1. Nos desconectamos de la emoción, la negamos o la
reprimimos

Nos contamos historias sobre que está mal sentir lo
que sentimos, sobre que no deberíamos sentir ciertas
cosas, creemos que es debilidad, queremos que no se
note, o simplemente es demasiado el shock y
desconectamos.

2. La proyectamos y culpamos al exterior

Como se nos despierta luego de interpretar un hecho o
evento exterior creemos que eso que ocurrió, esa
persona, ese evento es “el culpable” de nuestro dolor y
ahora pretendemos que esa situación cambie, que esa
persona se disculpe o que algo ahí fuera sea distinto
para que me saque este dolor que siento.

Existe una tercera actitud posible que, a mi juicio, es la
llave para sanar cualquier dolor y superarlo que es La
responsabilidad. Si el dolor es mío, entonces es mi
responsabilidad sanarlo
. Ahora… ser responsables es
toda una practica que necesitamos aprender.

Para ser responsable con nuestras emociones es
importante cultivar dos virtudes muy importantes: la
Vulnerabilidad y la Humildad.

Vulnerabilidad para aceptar las emociones que siento,
para dejarme atravesar por la vida en todas sus formas
y para permitirme sentir lo que sea que estoy
sintiendo, sin coraza, sin rechazarlo, sin negarlo, sin
reprimirlo.

Y Humildad para aceptar que hay personas y
situaciones que todavía despiertan en mí emociones
dolorosas. No importa cuánto haya trabajado en eso, si
sigue doliendo es que aún hay alguna herida ahí por
sanar. La experiencia que me recuerda que aún sigue
doliendo me está trayendo un mensaje y un
aprendizaje que necesito vivir.

Si una emoción se despertó en mi interior ahora es
mía.

Hacernos cargo de lo que sentimos es la única forma
de aliviar ese dolor porque nadie es responsable de lo
que suceda en nuestro interior más que nosotros
mismos.

Ser responsable es el camino que nos va a permitir
adentrarnos en nuestra emocionalidad, reconocerla,
validarla, integrarla, aceptarla, perdonarla, amarla y
agradecerla.

Con amor, Ondi.

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